lunes, 16 de junio de 2014

Malas compañías (III)

Ahora es el turno de la amiguita...


Louise escuchó el ruido de la puerta al cerrarse y observó su reloj. Eran las 0:30. Ella había estado con ese manipulador casi cuatro horas. Observó a su compañera de cuarto colgar su chaqueta. Algo parecía diferente en ella. Louise no podía describirlo pero definitivamente algo en ella parecía diferente.
- Hola Louise. ¿Qué estás haciendo levantada?
- Asegurarme que el malhechor de tu novio no te viole ni te secuestre.
Normalmente un comentario como este, tan frecuente en Louise, habría enfurecido a Jill al punto de recriminarle por qué decía cosas tan horribles de un ser humano tan adorable y tierno como Jack. Sin embargo sonrió y dijo:
- Tuvimos un gran encuentro
- ¿No vas a defenderlo como lo haces siempre? ¿No vas a decirme que es una magnífica y sincera persona? -Louise pronunció estas últimas palabras con sarcasmo.
- No puedo creer que seas tan ingenua, Jill. Ese hombre está tan lleno de mierda que puedo olerlo desde aquí -continuó.
- ¿Es todo? No sabía que usabas la nariz para cosas como esa.
El tono de Jill era apático y ella comenzó a hacer pequeños arreglos a la decoración del departamento, dando a entender que no tenía el menor interés en seguir la discusión con su compañera de cuarto.
- ¿Me estás escuchando? -Louise gimoteó.
- Quizás estés demasiado cansada por quedarte despierta hasta tan tarde -dijo Jill dirigiéndose a su amiga.
- Estás actuando realmente rara Jill. Él te está cambiando, te está volviendo contra mí. No puedes decirme eso.
- Sólo siéntate Jill, relájate. Has tenido un día muy difícil.
Jill la miró directamente a los ojos, tal como Jack lo había hecho con ella. Su tono era suave y monocorde. Louise pareció tranquilizarse pero, con pocas fuerzas, protestó:
- No necesito sentarme, sólo estoy tratando.....
Jill puso suavemente su dedo sobre los labios de Louise:
- Shhhhhhhhh. Siéntate Louise. Quieres sentarte. Sólo quieres sentarte y relajarte. Siéntate y relájate Louise.
Louise, aunque trataba, no podía sentirse enojada con Jill. No sabía como explicarlo. Podía ser la manera en que la miraba a los ojos y como le hablaba, suave y dulcemente, pero Louise se encontró retrocediendo hacia el sillón para acurrucarse comodamente allí. Se quedó mirando fijamente a Jill, con ojos bien abiertos y sin decir nada.
- Así, tú estás muy relajada ahora, Louise. Mantén tus ojos sobre los míos. Eso es, muy, muy relajada ahora. Estás muy cómoda en ese suave y cómodo sillón. Recuéstate sobre el sillón y siéntete aún más relajada.
Louise dejó caer sus brazos a ambos lados y su cabeza cayó hacia atrás, sobre el respaldo. Jill continuó con la tarea especial que Jack le había asignado, calmando suavemente a su compañera, sumiéndola en un sugestionable sueño, tal como él le habíá enseñado.
- Tú estás muy relajada y cómoda Louise. Tan relajada y tan cómoda que dificilmente puedes permanecer despierta. Estás muy cansada, muy cansada. Ha sido un día difícil, muy difícil. Déjate llevar, sólo déjate llevar y duerme.
Sus ojos estaban a punto de cerrarse. Señales de protesta intentaban tomar forma en su mente pero sus labios eran incapaces de articular palabra.
- Duerme, Louise, dueeeeermeeeeee....
Jill ligeramente tocó la frente de su compañera y sus ojos terminaron de cerrarse por completo. Su cuerpo terminó de caer flaccidamente en el sillón.
Jill retiró el pelo de la cara de Louise y susurró en su oído:
- Ahora estás bajo hipnosis, Louise. Tu mente está relajada y abierta. ¿No es cierto?
Hubo una pausa. Luego un susurro escapó de sus labios:
- Siiii. Relajada y abierta.
- Escúchame cuidadosamente Louise y mantén tu mente relajada y abierta. Cuando yo te lo diga, tu querrás sentarte y abrir los ojos. Mantendrás tus ojos sobre los míos todo el tiempo y mantendrás tu mente relajada y abierta. ¿Me has entendido, Louise?
- Siiii.
- Bien, siéntate ahora.
Ella pesadamente abrió los ojos y lentamente se fue incorporando hasta quedar perfectamente sentada. La mirada vacía yacía sobre los ojos de Jill, la boca entreabierta pero en silencio.
- Mírame a los ojos y escucha Louise. Aún estás hipnotizada y tu mente sigue relajada y abierta. En unos momentos tomaré el teléfono y llamaré a Jack.
La expresión serena de Louise se endureció. Estaba semidormida y sabía que tenía que escuchar a Jill, pero también sabía que Jack era una mala persona y que Jill no debería llamarlo....
- No...no llames...mala persona....Jack....te está usando.... -balbuceó Louise con un mínimo de conciencia.
- Mírame a los ojos, Louise. Relaja tu mente y escúchame. Jack no es una mala persona. Es maravilloso y cuidadoso. Ya no debes odiarlo. De todas maneras permanecerás hipnotizada mientras lo llamo.
La mente de Louise estaba demasiado confundida como para seguir resistiendo. Dejó de cuestionar las sugerencias de su compañera y las aceptó sin vacilaciones:
- Siiiiii.....permaneceré......hipnotizada.
Jill dejó a Louise sobre el sillón, mirando fijamente a la nada, y se dirigió hacia el teléfono. Marcó el número de Jack y éste contestó casi al instante:
- ¿Ya está hecho? -preguntó.
- Sí Jack. Hice todo lo que me ordenaste. Ella está sobre el sillón, despierta pero en trance, tal como me lo pediste.
- Muchas gracias Jill. Yo nunca hubiese podido hacerlo porque ella no confía en mí. Gracias a tí, ella nunca más interferirá en nuestra felicidad.
- Oh Jack, estoy tan asombrada. Yo la estaba.......controlando. Era tan..... tan......
- ¿Excitante?
- Siiiiii -gimió ella sexualmente.
- Mantenla bajo tu control. Pronto estaré por allí.
- Oh, Jack. Puedo complacerte profundizando su trance. Es tan maravilloso hipnotizarla.
- Me gustaría verlo mi querida pero tu no eres una experimentada hipnotista como yo. Quizás más tarde puedo enseñarte pero ahora debo hacerlo yo.
- Entiendo -dijo Jill, un poquito desilusionada.
- Deja la puerta abierta, estoy en camino.
En diez minutos, Jack arribó al departamento de su novia. Jill lo hizo pasar al living, donde Louise permanecía en trance, con la mirada perdida en el vacío.
- Deberías dejarnos solos -dijo Jack con el más dulce de sus tonos.
- Realmente me gustaría verlo.
Jack dejó de mirar a Louise y clavó sus ojos frente a los de Jill:
- Tú nos dejarás. Te irás a la habitación y caerás dormida inmediatamente.
El tono de Jack era demandante y cada palabra retumbó en el muy sugestionado cerebro de Jill. Sin decir una palabra ella dio media vuelta y mecánicamente caminó hacia su habitación, donde cayó dormida aún vestida. Jack regresó la atención hacia Louise:
- No puedes poner en duda que soy un hipnotizador muy experimentado, Louise. Me llevó años de práctica, pero ahora puedo influenciar a la gente mucho más allá de lo que se logra con la hipnosis normal.
Se arrodilló frente a ella y comenzó a balancear su mano sobre el rostro de Louise. Ella pestañeó pero su expresión no cambió.
- Tu trance es débil, Louise, pero lo suficientemente profundo para bajar tus defensas. Enseguida te llevaré mucho más profundo y tú cambiarás definitivamente tus actitudes. Como verás, Louise, tu estás en camino. Camino a mi diversión. Como sabrás, Jill es lo que podemos llamar una persona muy ingenua. Es por eso que me interesó tanto. Aún antes que la hipnotizara ella aceptaba todo lo que yo decía, sin cuestionarme nada. Por eso fue muy simple alterar su personalidad. ¿Qué puede haber más emocionante que tomar el control de las personas y alterarles su personalidad
Louise escuchaba todo pero su mirada siempre alojaba esa expresión vacía.
- ¿En qué estábamos? Ahhh, sí, en que debo llevarte más profundo.
Jack colocó sus manos a ambos lados de la cabeza de Louise y la acomodó para que sus ojos quedaran directamente sobre los suyos.
- Míralos, Louise. Mira mis ojos. Observa como te llevan más a lo profundo. Más profundo Louise, más profundo en la hipnosis, profundamente bajo mi control Louise.
- Profun....damente.....bajo...tu control -repitió Louise
- Cada palabra que yo diga te conducirá más profundo. Ya estás muy profundo ¿No es así?
- Siiiii....
- Contaré de diez a cero. Cuando alcance el cero estarás completa y totalmente hipnotizada. ¿Has comprendido?
- Siiii....
- Espléndido. Diez...Nueve...Ocho....Siete....Seis....Cinco...Muy profundo Louise...Cuatro...Tres...Más profundo ahora....Dos...Uno....y Cero. Tu estás totalmente bajo mi control ¿Verdad?
- Siiiii, bajo tuuuu...controool.
- Me obedecerás...
- Te obedeceré.....Jack....
- Harás todo lo que te pida....
- Siiiii, ...... cualquier cosa......
- Párate Louise.
Sin dejar de mirar los ojos de Jack, ella se incorporó. Jack hizo lo mismo y le dijo:
- Ahora tu eres mía, Louise. Eres mi esclava y yo soy tu Amo. Repítelo.
- Yo soy....tu esclava. Tu....eres.....mi Amo.
- Muy bien Louise. Ahora que hemos dejado en claro muchas cosas, me gustaría verte desnuda. Sácate la ropa, esclava.
- Siiii, Amo....
Louise deslizó lentamente su blusa y su pantaloncito. Debajo de ellos llevaba un sostén negro y unas bragas, que también se las quitó, despacio y mecánicamente. No tenia zapatos ni medias. Jack examinó su maravilloso cuerpo. En los meses que llevaba odiando a Louise, el no había notado lo sexy que era. Su estómago era musculoso y sus pechos eran firmes y redondos. Jack condujo su mano desde sus firmes muslos, pasando por su frondosa entrepierna, tocando sus pechos y culminando en su cara.
Jack pensó en el extraordinario trabajo que había hecho, convirtiendo a una mujer que verdaderamente lo había despreciado en una lujuriosa esclava sexual y comenzó a planear las infinitas formas de aprovechar a sus "nuevas relaciones".

Malas compañías (II)

Jill ya fue hipnotizada. Ahora es cuestión de programarla...


Jack sonreía como un maniático mientras sostenía el tubo telefónico. Sus dedos se balanceaban sobre las teclas del número de teléfono de Jill. Le divertía muchísimo que un simple llamado telefónico y una simple mención de la hipnosis harían que Jill viniese corriendo a su departamento para ponerse inmediátamente bajo su control. También lo divertía que hasta la pasada noche, la hipnosis era lo último en lo que Jill podría creer. Esta noche, Jack llevaría las cosas mucho más allá. Esta noche continuaría el proceso de cambiarle la personalidad a Jill.
Cuando terminó de marcar los números, espero a que le respondieran lo que le pareció una eternidad. Después de cuatro o cinco llamadas Louise respondió:
- Hola...
Jack maldijo por lo bajo. La perra de la compañera de cuarto de su novia era la última persona a la que querría escuchar en esos momentos.
- Ahh, hola Louise -dijo haciendo un gran esfuerzo por parecerle amistoso a la persona que constantemente había intentado separarlo de Jill.
- Oh, no, eres tú. ¿Qué quieres? -preguntó Louise en el peor tono posible.
- Quiero hablar con Jill. Es todo. -contestó Jack suprimiendo el impulso por gritarle un par de cosas.
- Sí, seguro. Yo se perfectamente lo que quieres. He conocido gente de tu tipo cientos de veces.
Jack cerró su puño conteniendo la furia.
- No se de que hablas, Louise
- No juegues conmigo. Puedo oler a la gente como tú a una milla de distancia. Ustedes son los que juegan con las inocentes como Jill y luego la abandonan.
- Ni soñando haría algo como eso. ¿Podrías pasarme con Jill por favor?
- Te estoy vigilando, Jack. Tarde o temprano vas a cometer un error y yo estaré allí cuando eso pase.
Louise dejó caer el receptor. Jack le dio un puntapié a una silla de pura rabia. Esa perra estaba sobre él. No sabía como, pero algo tenía que hacer.
Un momento después, Jill levantó el teléfono que su amiga había dejado tirado.
- Hola Jack, Louise me avisó que estabas en el teléfono. Parecía muy disgustada. ¿Está todo bien entre ustedes dos?
Jack olvidó su enojo hacia Louise cuando escuchó la voz de Jill y recordó sus planes.
- No hay problema, está todo bien. Sólo pienso que Louise debe tener un mal día hoy. Eso es todo.
- ¿Qué te ha dicho? Si llegó a insultarte juro que la echo inmediátamente a patadas -dijo Jill bastante disgustada con su amiga.
- No, no, está bien. Debe estar algo agotada. Nada más.
- Está bien, debes ser como tu dices -siempre era como él decía, pensó Jack.
- Escucha, me encantaría que vengas a cenar a mi departamento esta noche.
- No se. Tengo una entrega mañana y debo quedarme trabajando toda la noche para terminar el trabajo a tiempo.
- No te robaré mucho tiempo. Media hora más o menos.
- Jack, realmente me encantaría, pero si al jefe le gusta la propuesta que voy a presentarle, podría ascenderme.
- Podría hipnotizarte nuevamente -dijo Jack, sonriendo.
Se hizo una pausa. Jill notó que su bombacha se humedecía. Después de todo podía ausentarse de sus tareas por sólo media hora.
- ¿A qué hora?
- ¿Qué te parece ahora? -preguntó Jack, altamente satisfecho.


Jack escuchó golpear la puerta e hizo entrar a Jill, observando detenidamente su estupendo cuerpo. Su pelo era largo y negro. Los ojos de Jack continuaron observando su simple vestido, que marcaba sus pronunciadas curvas y terminaba dejando al descubierto sus piernas, largas y suaves. Cerró la puerta detrás de ella y dijo:
- Toma asiento y enseguida comenzamos.
Jill sabía que quería eso pero al mismo tiempo parecía renuente. Jack modificaría muy pronto esa actitud. Ella se sentó, nerviosa pero ávida y Jack comenzó. Se sentó en un taburete frente a ella para que sus ojos siempre estuvieran en contacto.
- Todo lo que necesitas hacer es relajarte. Relájate y yo haré el resto. ¿Ok?
- Ok.
- Bien, Jill, bien. Ahora respira profúndamente y concéntrate en mi voz. Escucha cómo mi voz te pide que cierres los ojos y te relajes. Estás muy cansada Jill, muy cansada para permanecer despierta un sólo momento. Tus ojos se están cerrando, tu cuerpo se está relajando y estás entrando en un profundo sueño.
Jill estaba comenzando a sentirse pesada. Sus ojos estaban semiabiertos y su cabeza había comenzado a inclinarse hacia adelante. Estaba entrando en trance mucho más rápido esta vez, pensó Jack. Continuó la inducción lentamente con voz suave:
- Mi voz te sumerge más y más profundamente en un sueño muy placentero. Ahora estás dormida, Jill, estás en un profundo letargo hipnótico. ¿No es así?
- Sí -murmuró Jill. Jack pudo notar un toque de excitación en su voz.
- Bien, Jill, lo estás haciendo muy bien. ¿Te gusta mucho ser hipnotizada?
- Sí.
- De ahora en adelante te gustará aún más. Sentirás una felicidad indescriptible, como nunca antes la has sentido, cada vez que estés hipnotizada. ¿Me has entendido Jill?
- Sí.
- Pero sentirás algo más, Jill. De ahora en adelante me encontrarás muy atractivo y excitante. ¿No es cierto?
- Siiii -dijo Jill casi gimiendo.
- Cuando te despierte de este sueño, recordarás todo, como lo has hecho antes. ¿Comprendido?
- Siiiii.
- Una cosa más, Jill. Hay algo que quiero que hagas para mí. ¿Lo harás?
- Siiii. Cualquier cosa.
Jack sonrió y comenzó a darle las instrucciones de una tarea especial...

Malas compañías (I)

Su amiga le hablaba mal de su novio. Ella no quería creerle, pero...


Jack tocó el timbre y escuchó el sonido que venía desde adentro.
- Un minuto -chilló casi frenéticamente una voz de mujer.
- Louise, ¿puedes ir a atender? -gritó la voz nuevamente.
Un momento después, Louise abría la puerta y fruncía el ceño ante Jack. El saludo típico.
- Hola Louise, te ves muy bien -dijo Jack, esforzándose por parecer encantador.
- Jill no está lista todavía -su tono era rudo y cortante. Jack no se sorprendió, ya estaba acostumbrado. Louise era la compañera de cuarto de su novia y él estaba obligado a tener que recibir ese trato cada vez que visitaba a Jill. Sin embargo ella era bastante bonita.
- ¿Le faltará mucho? -preguntó inocentemente.
- ¿Cómo demonios podría saberlo. Ella es tu novia así que averígualo tú -le contestó, mientras se daba media vuelta y volvía al interior del apartamento.
A los pocos minutos Jill salió, feliz como siempre que Jack la iba a buscar. La pareja feliz salió del edificio para comenzar una nueva cita.
Se dirigieron al restaurante francés más caro de la ciudad, se sentaron y ordenaron el mejor vino.
- Yo no se por qué ella se comporta como una perra contigo -dijo Jill mientras bebía un sorbo de vino.
- ¿Quién? -preguntó Jack simulando no saber de quién hablaban
- Louise. Siempre estoy escuchándola hablar barbaridades sobre tí, tanto que a veces me crispa los nervios.
Jack observó complacido como el hermoso rostro de su novia se ponía colorado de enojo al hablar de su amiga. Estiró sus brazos sobre la pequeña mesa, en cuyo centro brillaba una vela encendida, y tomó las manos de Jill.
- Escucha, Louise sólo siente un poco de celos al ver que yo he entrado en tu vida. Siente que mientras yo esté cerca ya no podrán volver a hacer las cosas que hacían antes que me conocieras y que serán menos amigas. No quiere hacernos daño.
Le sonrió con una sonrisa franca, hermosa y encantadora que hacía que Jill se perdiese completamente cada vez que la observaba. Era su sonrisa lo que la atrajo a él. Esa noche, cuando lo conoció en la barra, había rechazado educadamente las proposiciones de cientos de tipos. Excepto a Jack. Él se le acercó de la misma manera que todos los demás, le preguntó si podía invitarla con un trago mientras le dedicaba una de sus mejores sonrisas. Ella no pudo decir que no y allí comenzó el romance.
Pero allí comenzó a entrar en escena Louise. Comenzó a hablarle mal de Jack, diciéndole que la usaría y la abandonaría y toda clase de cosas horribles. Muchas veces Jill habló de esas cosas con Jack y el la tranquilizó diciéndole que eran ridiculeces y dándole siempre explicaciones muy convincentes. Además, ¿cómo alguien con una sonrisa tan franca sería capaz de mentirle a ella?
- Supongo que tienes razón, pero eso no le da derecho a tratarte como lo hace.
- Olvidemos el asunto y disfrutemos la velada, por favor.
- Seguro.
La comida llegó y Jill olvidó a Louise y su pesimismo. Cuando terminaron, Jack abonó la cuenta como caballero que era. Salieron y decidieron dar una vuelta en el auto sin rumbo fijo ya que no tenían ningún apuro.
Decidieron estacionar el auto a las afueras de la ciudad para caminar un rato. Se encaminaron hacia un parque. Luego de caminar un poco encontraron una mesa de picnic y decidieron sentarse.
- Jill -dijo Jack mientras ambos miraban las estrellas.
- ¿Sí, Jack?
- ¿Has ido alguna vez a uno de esos shows donde se hace hipnosis?
Jill frunció el ceño sorprendida.
- No, ¿Por qué?
- Pensarás que soy un tipo raro, pero a mi me fascinan esa clase de temas.
- No creo que seas raro. A mi también la hipnosis me parece algo interesante pero nunca vi como la utilizan en un show -dijo Jill intentando estar de acuerdo con Jack. Jack sonrió abiertamente, viendo como todo marchaba sobre ruedas. Desde que la había abordado en esa barra, Jill le había sido completamente devota y fiel a sus deseos. Era mucho más ingenua de lo que él había pensado en su momento. Todo iba a resultar mucho más fácil de lo planeado.
- Bien, yo he estado leyendo un libro sobre el tema. ¿Piensas que puedo ser capaz de hipnotizarte? No tienes que decirme que sí pero realmente me encantaría hacerlo -dijo Jack sonando mucho más sincero que nunca.
- No se, Jack. Yo he visto películas....
- Por favor, nada de lo que aparece en las películas es real, te lo prometo -dijo sonriendo.
Ahora ya no había manera que se pudiese resistir.
- Bien, te creo hombre. Intentémoslo.
¡Qué ingenua era! Jack puso una mano sobre el hombro de Jill
- Okey, me alegra mucho que te hayas decidido, ahora sigue mi mano.
Comenzó a ondear su mano de un lado a otro frente a su cara
- Ahora, sólo respira profundamente y relájate. Respira y relájate. -Jill inspiró profundamente mientras se concentraba cada vez con más fuerza en los rápidos movimientos de la mano de Jack.
- Sólo relájate. Respira profundamente y relájate
Jill pareció aflojarse en su asiento mientras las sugestiones de Jack comenzaron a invadir su mente. Jack repetía "Respira profundamente y relájate" una y otra vez y, cada vez que lo hacía, los párpados de Jill se cerraban un poco más. Finalmente sus ojos quedaron apenas abiertos y Jack aprovechó para susurrarle muy suavemente:
- Estás muy cansada Jill, muy cansada para poder mantener los ojos abiertos. Sólo ciérralos y podrás dormir.
Jack paró de mover su mano.
- Duerme ahora, Jill -le dijo mientras pasó la mano por su frente para ayudarle a cerrar los ojos.
Ella se desmayó en sus brazos, hipnotizada.
Jack la recostó sobre la mesa. Estaba tan hermosa, profundamente dormida, con sus hermosas facciones relajadas. Se arrodilló al lado de ella y le susurró:
- ¿Puedes escucharme Jill?
- Sí... -contestó en un tono apenas audible.
- Estás en trance hipnótico, Jill, y seguirás todas mis sugerencias. ¿De acuerdo?
- Sí.
- Bien, Jill, muy bien. Pronto despertarás y recordarás absolútamente todo lo que ha ocurrido esta noche. Recordarás cada detalle. No querrás olvidar nada. A partir de este momento la hipnosis te resultará extremadamente excitante y el solo pensar en ella te excitará mucho. ¿Has comprendido Jill?
Hubo una pausa. Por un momento Jack pensó que había ido demasiado rápido, tratando de meter en la cabeza de Jill largas sugestiones, pero ella respondió:
- Sí.
Suspiró aliviado.
- Despierta, Jill -lentamente ella abrió los ojos y se sentó.
- Wow... -fue todo lo que pudo decir.
- ¿Te gustó? -preguntó Jack.
- ¡Sí, mucho! Vas a tener que hacérmelo nuevamente -dijo, sorprendida de lo mucho que lo había disfrutado.
- Puede ser, en otro momento. Es tarde ahora y creo que deberíamos regresar. Louise debe estar preocupada.
- Sí, tienes razón. Tú siempre tienes razón.
Jack simplemente sonrió y juntos regresaron hacia el auto.