Jill ya fue hipnotizada. Ahora es cuestión de programarla...
Jack sonreía como un maniático mientras sostenía el tubo telefónico. Sus dedos se balanceaban sobre las teclas del número de teléfono de Jill. Le divertía muchísimo que un simple llamado telefónico y una simple mención de la hipnosis harían que Jill viniese corriendo a su departamento para ponerse inmediátamente bajo su control. También lo divertía que hasta la pasada noche, la hipnosis era lo último en lo que Jill podría creer. Esta noche, Jack llevaría las cosas mucho más allá. Esta noche continuaría el proceso de cambiarle la personalidad a Jill.
Cuando terminó de marcar los números, espero a que le respondieran lo que le pareció una eternidad. Después de cuatro o cinco llamadas Louise respondió:
- Hola...
Jack maldijo por lo bajo. La perra de la compañera de cuarto de su novia era la última persona a la que querría escuchar en esos momentos.
- Ahh, hola Louise -dijo haciendo un gran esfuerzo por parecerle amistoso a la persona que constantemente había intentado separarlo de Jill.
- Oh, no, eres tú. ¿Qué quieres? -preguntó Louise en el peor tono posible.
- Quiero hablar con Jill. Es todo. -contestó Jack suprimiendo el impulso por gritarle un par de cosas.
- Sí, seguro. Yo se perfectamente lo que quieres. He conocido gente de tu tipo cientos de veces.
Jack cerró su puño conteniendo la furia.
- No se de que hablas, Louise
- No juegues conmigo. Puedo oler a la gente como tú a una milla de distancia. Ustedes son los que juegan con las inocentes como Jill y luego la abandonan.
- Ni soñando haría algo como eso. ¿Podrías pasarme con Jill por favor?
- Te estoy vigilando, Jack. Tarde o temprano vas a cometer un error y yo estaré allí cuando eso pase.
Louise dejó caer el receptor. Jack le dio un puntapié a una silla de pura rabia. Esa perra estaba sobre él. No sabía como, pero algo tenía que hacer.
Un momento después, Jill levantó el teléfono que su amiga había dejado tirado.
- Hola Jack, Louise me avisó que estabas en el teléfono. Parecía muy disgustada. ¿Está todo bien entre ustedes dos?
Jack olvidó su enojo hacia Louise cuando escuchó la voz de Jill y recordó sus planes.
- No hay problema, está todo bien. Sólo pienso que Louise debe tener un mal día hoy. Eso es todo.
- ¿Qué te ha dicho? Si llegó a insultarte juro que la echo inmediátamente a patadas -dijo Jill bastante disgustada con su amiga.
- No, no, está bien. Debe estar algo agotada. Nada más.
- Está bien, debes ser como tu dices -siempre era como él decía, pensó Jack.
- Escucha, me encantaría que vengas a cenar a mi departamento esta noche.
- No se. Tengo una entrega mañana y debo quedarme trabajando toda la noche para terminar el trabajo a tiempo.
- No te robaré mucho tiempo. Media hora más o menos.
- Jack, realmente me encantaría, pero si al jefe le gusta la propuesta que voy a presentarle, podría ascenderme.
- Podría hipnotizarte nuevamente -dijo Jack, sonriendo.
Se hizo una pausa. Jill notó que su bombacha se humedecía. Después de todo podía ausentarse de sus tareas por sólo media hora.
- ¿A qué hora?
- ¿Qué te parece ahora? -preguntó Jack, altamente satisfecho.
Jack escuchó golpear la puerta e hizo entrar a Jill, observando detenidamente su estupendo cuerpo. Su pelo era largo y negro. Los ojos de Jack continuaron observando su simple vestido, que marcaba sus pronunciadas curvas y terminaba dejando al descubierto sus piernas, largas y suaves. Cerró la puerta detrás de ella y dijo:
- Toma asiento y enseguida comenzamos.
Jill sabía que quería eso pero al mismo tiempo parecía renuente. Jack modificaría muy pronto esa actitud. Ella se sentó, nerviosa pero ávida y Jack comenzó. Se sentó en un taburete frente a ella para que sus ojos siempre estuvieran en contacto.
- Todo lo que necesitas hacer es relajarte. Relájate y yo haré el resto. ¿Ok?
- Ok.
- Bien, Jill, bien. Ahora respira profúndamente y concéntrate en mi voz. Escucha cómo mi voz te pide que cierres los ojos y te relajes. Estás muy cansada Jill, muy cansada para permanecer despierta un sólo momento. Tus ojos se están cerrando, tu cuerpo se está relajando y estás entrando en un profundo sueño.
Jill estaba comenzando a sentirse pesada. Sus ojos estaban semiabiertos y su cabeza había comenzado a inclinarse hacia adelante. Estaba entrando en trance mucho más rápido esta vez, pensó Jack. Continuó la inducción lentamente con voz suave:
- Mi voz te sumerge más y más profundamente en un sueño muy placentero. Ahora estás dormida, Jill, estás en un profundo letargo hipnótico. ¿No es así?
- Sí -murmuró Jill. Jack pudo notar un toque de excitación en su voz.
- Bien, Jill, lo estás haciendo muy bien. ¿Te gusta mucho ser hipnotizada?
- Sí.
- De ahora en adelante te gustará aún más. Sentirás una felicidad indescriptible, como nunca antes la has sentido, cada vez que estés hipnotizada. ¿Me has entendido Jill?
- Sí.
- Pero sentirás algo más, Jill. De ahora en adelante me encontrarás muy atractivo y excitante. ¿No es cierto?
- Siiii -dijo Jill casi gimiendo.
- Cuando te despierte de este sueño, recordarás todo, como lo has hecho antes. ¿Comprendido?
- Siiiii.
- Una cosa más, Jill. Hay algo que quiero que hagas para mí. ¿Lo harás?
- Siiii. Cualquier cosa.
Jack sonrió y comenzó a darle las instrucciones de una tarea especial...
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